Quizá lo había
experimentado en años anteriores,
probablemente, pero hasta esta ocasión no había sido consciente de las energías
que se me han movido durante el cambio de año maya.
A principios de este 2012 tuve la clara intuición de que antes de
que acabara el año tenía que actualizar mi contacto con algunas relaciones
pasadas que en su momento, por diversas razones, había decidido aparcar. El resultado de esos encuentros no era lo más importante, bien decidiera mantener
los contactos o no. Lo vital era extraer estas energías estancadas en el pasado
y encararlas en el presente. Especulé con cumplir este propósito durante el año. Pero de pronto, surgió la urgencia interior de realizar estas visitas
antes de que llegara el mes de Agosto.
Habiendo
realizado semanas atrás el primero de los encuentros, las sincronicidades me
pusieron en bandeja el poder afrontar el segundo, el más difícil, antes de acabar
Julio. Cuando esto sucede, cuando me dejo llevar por la senda del fluir, no
sólo se cumple lo deseado sino que la experiencia se desenvuelve en un entorno
de tranquilidad.
Días antes del final del año maya pasé un período en que mi cuerpo me fue recordando, y de manera secuencial, en qué áreas tenía que poner atención. Primero una pierna, luego una mano, posteriormente el plexo solar y por último la cabeza. Quemazón, dolores, molestias, vértigo. Una tras otra, todas estas zonas de mi cuerpo fueron anunciando su estado de salud.
Y todo ello se
complementó tan sólo horas antes del día D con un corte en un dedo y una lesión
muscular en mi espalda. Nada grave. Pero ello me obligó permanecer en
casa durante unos días, incluido el 25 de Julio.
Llegado el día,
mis sensaciones eran de tranquilidad, de cierta serenidad. Sin proponérmelo me
encontré visualizando unos videos de
alguien que no conocía anteriormente y que provocaron un cambio profundo en mi
manera de enfocar el día a día. Esta manera diferente de vivir lo cotidiano me ha
impulsado hacia una nueva dimensión. Hacia un nuevo mundo
personal. Justamente la dirección hacia la que el nuevo año maya, Tormenta
Resonante Azul, nos impulsa, nos propone, nos desafía.
En síntesis, el
tránsito entre el final de un año, el día del No Tiempo y el inicio del nuevo
año maya me ha hecho experimentar: los pasos para liberar una importante cantidad
de energías estancadas en la recta final del año “viejo”; durante el día 25 –el
Día Fuera del Tiempo- llevarme a un estado psicológico fuera de lo cotidiano
-como si me hubiera elevado fuera de la influencia planetaria, más allá de la
atmósfera, por encima de las “nubes mentales” creadas por nuestra Humanidad,
cual satélite artificial- para recibir una nueva carga energética de mayor
vibración; y al día siguiente iniciar el nuevo año incorporando la nueva
energía para ponerla en movimiento.
Hermosa experiencia…
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