He pasado unos días de viaje en donde el error se ha hecho patente,
tanto en mis acciones como en las de los demás. Eso me ha hecho sentir el valor
del error.
El acto erróneo me produce inquietud, desasosiego. Siento
que me sitúa en una posición de debilidad. Es como si mis “vergüenzas” quedaran
al descubierto. Pero cuando al otro también le sucede lo mismo… Entonces son
dos seres que se enseñan sus puntos débiles. Y entonces qué? Entonces se abre
una gran oportunidad para verse mutuamente y a uno mismo con una mirada más
verdadera, más real, más humana, más cercana. Ese momento de vulnerabilidad
compartida se torna mágico y me hace ver la Vida de manera auténtica. Siento
que el aceptarse en el error da profundidad a las relaciones. Aquí hay una base
para evolucionar en estos tiempos…